Uno de los motores del comercio ilegal de animales silvestres es el mercado de “mascotas”, desafortunadamente en Colombia sigue siendo una práctica común sacar de su hábitat a los animales silvestres para llevarlos como mascotas o comercializarlos.
Muchas veces desconocemos las consecuencias de adquirir un animal silvestre. Pero ¿qué pasa si nos enteramos de que, detrás de mascotas como una tortuga, un loro hablador o un cardenal amarillo, hay una red de comercio ilegal? Se trata de un negocio que constituye la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el orden mundial.
Los animales silvestres, a diferencia de los domésticos, son todos aquellos que viven en libertad sin recibir ninguna ayuda humana para obtener sus necesidades como alimento, abrigo o pareja. Un animal silvestre nunca se convertiría voluntariamente en un animal doméstico, como lo son los gatos y perros, aunque los tratemos bien y les proporcionemos buen alimento y compañía, la falta de relación con otros individuos de su especie, hace que se depriman, se debiliten y se enfermen o hasta pierdan facultades naturales e instintivas, llegando incluso a morir sin causa aparente.
En nuestro país, se estima que un total de 1503 especies son objeto de comercio, los números son alarmantes y sus consecuencias dramáticas. En el proceso ilegal de extracción y traslado de los animales, se estima que el 90% muere antes de llegar a ser comercializado y solo el 50% de los animales vivos rescatados logran reinsertarse nuevamente en la naturaleza.
Cuando compras animales silvestres para ser mantenidos como mascotas los obligas a vivir en condiciones de confinamiento y estrés. El dolor y sufrimiento provocado por el encierro, en la mayoría de los casos, provoca la muerte de los animales
¡No adopte, ni compre animales silvestres como mascotas, su casa es la naturaleza!