Cada año se recogen unos 11.200 millones de toneladas de residuos sólidos. El reciclaje permite ahorrar recursos de manera sustancial en los casos en los que no se puede evitar generar el desecho, pero queda mucho por hacer en este sentido y la tarea comienza en los hogares.

Tal y como reflejan los datos de la Organización de las Naciones Unidas, cada año se recolecta en el mundo una cantidad estimada de 11.200 millones de toneladas de residuos sólidos, mientras que la desintegración de la proporción orgánica de estos contribuye aproximadamente al 5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

El organismo internacional también recuerda que, si no se puede evitar el desecho, el reciclaje permite ahorrar recursos de manera sustancial. Precisamente por ello es tan importante esta acción, que implica tomar conciencia de cómo se vive y del impacto que tienen en el planeta las decisiones cotidianas y que comienza en los hogares.

Aunque numerosos expertos señalan que en las casas se recicla mucho más que hace tan solo unos pocos años, también agregan que queda camino por recorrer en este sentido.

En primer lugar, una de las principales claves a tener en cuenta es que reciclar empieza por generar menos basura. Una de las ‘erres’, reducir, pone el foco en ello, para lo cual se recomienda aprovechar al máximo la comida para no tirar restos y sobrantes, así como reutilizar envases de vidrio y emplear el mínimo posible de plástico.

Tener cuatro cubos, bolsas o espacios para tirar la basura correctamente es otro elemento importante. Uno será para los restos orgánicos, otro para el papel y el cartón, otro para el vidrio y el último para los plásticos y los envases. No todos tienen que ser cubos, el vidrio puede tener un estante o espacio similar, pero el orden y tener todo claro ayudará a
separar mejor los residuos y a que reciclar después al acudir a los contenedores sea más fácil.

Asimismo, conviene recordar que hay varios residuos que deben ir a sus puntos limpios propios, como las pilas, los electrodomésticos, las bombillas, el aceite, los dispositivos electrónicos, los medicamentos o el material sanitario. Es conveniente buscarles un sitio y, como son cosas que suelen gastarse cada cierto tiempo, no cuesta mucho hacer
después un viaje. 

Las pilas suelen tener puntos limpios en los supermercados, al igual que las bombillas. Y en los ayuntamientos disponen de información sobre los relativos a los aparatos electrónicos y al aceite.

En lo que tiene que ver con los más pequeños de la casa, cada vez es más frecuente que los padres y las madres los integren en esta práctica. De esta forma, adquieren buenos hábitos desde edades tempranas pues, si se acostumbran a que un residuo va en un cubo, se afanarán en separarlos.

Un modo original es presentarlo como un juego al inicio, añadiendo colores a los cubos para facilitarlo y, sobre todo, explicándoles que con ello se consigue que los plásticos no acaben en el mar haciendo daño a pájaros o aves o que con el vidrio volverán a fabricar otra botella para que puedan tomar su bebida favorita.

VIDRIO ANTES QUE PLÁSTICO

Los botes de conserva como recipientes para guardar harinas, arroz o legumbres, los de yogur para hacer postres y, por supuesto, la utilización de botellas de cristal para el agua o zumos. El vidrio se puede aprovechar en casa de diversas formas.

Por otra parte, es recomendable eliminar todo el consumo de plástico posible. Para ello, se puede acudir a hacer la compra con bolsas de tela y dejar de llenar la casa con las de plástico, que a menudo no se vuelven a utilizar.

Por último, antes de tirar algo a tus cubos de reciclaje o de basura es bueno preguntarse si se le puede dar algún uso a ese material. Al principio puede resultar algo costoso, pero con el tiempo y una vez integrada la práctica saldrá sola y permitirá incluso ahorrar dinero.

Fuente: Fundación Amigos del Planeta.

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