Esguinces y componendas han determinado que al día de hoy Colombia no haya ratificado su adhesión al convenio de Escazú, compromiso ya adquirido ante el mundo. Luego de demoras el presidente suscribió el Acuerdo para seguir el trámite en el Congreso. Allí algunos consideraron que el tema de la defensa de la vida y garantía de sus acciones, de los defensores ambientalistas, no hace parte del tema ambiental. De nuevo la pelota en el campo presidencial, éste habilidosamente sugirió que el asunto fuese sometido a amplia discusión y consultas, como burlándose de su propia firma.
El caso produce vergüenza ante el mundo y más aún cuando se sabe que Colombia es para los defensores ambientalistas, el país más peligroso del mundo, como que en sólo el año 2020, según Global Witness hubo 65 asesinatos de defensores ambientalistas. El hecho es de por sí escandaloso y vergonzoso ante el mundo.
Por eso la exigencia de pueblos indígenas amazónicos para participar en las discusiones.