Los días 21 y 22 de este mes respectivamente, están consagrados por el mundo a los fenómenos más presentes e indispensables que junto con el aire, permiten que la vida terrestre sea una realidad: dicho de otra manera, aire, agua y flora constituyen la vida misma; la vida de la cual el ser humano hace parte y que usufructúa abusivamente. Razones utilitarias hacen que las sociedades de todas las latitudes –unas menos que otras-, vivan y mueran de espaldas de ese formidable engranaje de agua y luz, aire y árboles o plantas que son sustento de nosotros mismos: el hombre y la sociedad humana que ataca y destruye esos que son los elementos de la vida.
Las sociedades manipuladas por los poderes de cada tiempo, “construyen” sus progresos sobre las ruinas del medio ambiente que es el verdadero soporte del presente y del futuro; toda actitud de avance, se monta sobre la capacidad de depredación que especializa a la organización humana para destruir sus entornos y el bienestar propuesto para tales actitudes niega la vida, la expone al peligro y a la ruina; así los avances formidables del progreso, la endemoniada acumulación de riqueza concentrada como el poder, los avances de las técnicas militares y explotación irresponsable del subsuelo, el envenenamiento constante y creciente de las aguas y el aire, el espíritu guerrero y egoísta que reina sombre el temblor agónico de todas las especies vivas del planeta.
Agua y bosques, su compleja composición enseña a la solidaridad y promueve la paz de los hombres que la agreden.
Fuente: Fundación Amigos del Planeta.