Contrario al amor, al respeto y a la consideración que todo ser humano debería sentir por sus semejantes, el maltrato, el abuso, la crueldad es lo que vemos a diario y lo que está presente y latente en nuestras vidas. Se maltrata física, emocional y mentalmente a toda manifestación de vida. A las mujeres, a los niños, a los ancianos, y, a los más vulnerables, a los más indefensos: a los animales. Cada vez es mayor la capacidad del hombre de agredir a quienes por mostrar indefensión se convierten en las mejores “presas”.
El abandono, la intolerancia, la indiferencia son el pan de cada dìa en nuestra sociedad cada vez más resquebrajada.
Encontrar un cachorro muriendo de hambre o de frío, una mascota atropellada en medio de la calle, una mamá trayendo al mundo sus crías, o un perrito viejo que como a cualquier ser vivo, los años le pesan; no son suficientes para despertar nuestra compasión, esa piedad que muchos años atrás hacía parte de las virtudes del ser humano, pero que con el pasar del tiempo se ha perdido.
Ojalà retrocedièramos en el tiempo y pudiesemos traer al presente, el amor, el respeto, la consideración, la misericordia, la compasión que mostràbamos hacia nuestros semejantes sin distingo de raza, color, sexo o condición.
Esperemos que las nuevas generaciones retomen los valores que formaron a nuestros abuelos y consigamos hogares, ciudades y paises que vivan la paz verdadera; aquella que hará resurgir el auténtico paraíso, convirtiendo este bello e inigualable planeta azul en un verdadero remanso de armonía para todos sus habitantes.
Fuente: Fundación Amigos del Planeta.