Ruth Harrison fue una de las primeras personas en exponer la crueldad en sistemas intensivos de producción. En los años 60, cuestionó la manera en que la industria alimentaria trataba a los animales, en su libro «Máquinas animales«.
Con la publicación del libro «Animal Machines», en 1964, Ruth Harrison planteó una serie de preocupaciones que consiguieron remover la conciencia del Gobierno de Reino Unido, forzando una investigación sobre el bienestar de los animales de granja que tuvo una gran repercusión a nivel internacional.
«En la segunda mitad del siglo XX, por la necesidad de alimentar a una población que se duplicó en menos de 50 años, la transformación del sector rural iniciada en la revolución industrial se aceleró. La producción ganadera de autoconsumo familiar evolucionó hacia la intensificación, menoscabando la calidad de vida de los animales y convirtiéndoles máquinas de producción masiva de alimentos», explica Elena Belinchón, Técnica de Certificación Agroalimentaria en Bureau Veritas.
La obra de la activista británica motivó a enunciar los derechos básicos de los animales, denominados como las cinco libertades, en las que se alude a la responsabilidad moral del ser humano como contraprestación a la perpetua deuda hacia nuestros proveedores, en el sentido más estricto de la palabra.
El inicio de la concienciación
Desde entonces, las cinco libertades han sido adoptadas por organismos internacionales. Como es el caso de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), que las instauró como principios fundamentales para cualquier sistema de producción ganadera.
Las cinco libertades abogan por el derecho de los animales a vivir libres de:
• Hambre, sed y desnutrición.
• Temores y angustias.
• Molestias físicas y térmicas.
• Dolores, lesiones y enfermedades.
• Manifestar un comportamiento natural.
En la actualidad
«A día de hoy, la sociedad exige a la industria alimentaria la implantación de buenas prácticas. Ya no se admite que los procesos de producción no demuestren el bienestar animal, con el respeto que merecen y evitándoles cualquier sufrimiento innecesario», argumenta Belinchón.
Por medio de la certificación de los principales estándares internacionales o pliegos privados, Bureau Veritas afianza, con imparcialidad e independencia, el bienestar animal a lo largo de toda la cadena de producción alimentaria y en todos los sectores de producción.