Sólo el imaginario de los niños y su predisposición al misterio, han determinado que los adultos hayan instaurado esta fecha, –31 de octubre-, como día del niño y/ de las brujas.
La historia es compleja y larga, porque confluyen en ella remotas leyendas y cuentos para niños, precisamente en vísperas del día de todos los santos y del día de los muertos.
Sombría conjunción de motivos y objetivos que, finalmente, se convierten en usar para el consumo y mercado de los más variados productos comerciales, a los niños. Princesas ideales, ogros, fantasmas, demonios, brujas y aparecidos constituyen buena parte de las leyendas populares que conforman patrimonio cultural de los pueblos y sus literaturas, relatos, películas etc.
La sociedad consumista ha convertido en fiesta este recordatorio y ha impuesto a la infancia el papel de ser su protagonista; la fiesta es derroche consumista y el niño inocente actor de muchos desmanes comerciales.
En tiempos de pandemia dicha celebración exhorta a todos a celebraciones prudentes, consejo que ojalá se atienda.
Y las mascotas no quedan por fuera de este derroche y es así como se les disfraza para integrarlos a la fiesta de los aquelarres y los dulces; ellos, por su parte, nada saben de lo que ocurre.
La alegría sintiente y afectiva de los perritos y gatos domésticos no es la misma; pintar con anilinas el pelaje del gato o imponer tocados, maquillajes o adornos en sus hocicos, patas, cabezas, orejas o lomos, son acciones que angustian e incomodan, si decide celebrar con su mascota, asegúrese que el atuendo no sea invasivo ni molesto, piense en su confort, vístalo con algo ligero como un pañuelo en el cuello, un collar liviano, así tendrá un rato agradable.
Fuente: Fundación Amigos del Planeta.